miércoles, 15 de febrero de 2017

"Un día cualquiera", post de Sergio Badillo de los días de prepartido y partido

**Interesante artículo de Sergio Badillo entrenador jiennense sobre los momentos que vive la figura del entrenador de baloncesto en los días de prepartido y partido, titulado "Un día cualquiera" . Creo que refleja las situaciones y vivencias por las que mas de uno de nosotros solemos pasar cuando llegan los días de competición. Desde Viveelbasket agradecemos una vez mas a Sergio su colaboración con el blog**
UN DÍA CUALQUIERA
Porque ser entrenador es solo cosa de algunos locos. Es cosa gente “enferma” que tiene dentro algo que no le deja hacer otras cosas que suele hacer la gente “normal”. Somos esas personas que no tenemos viajes de ocio los fines de semana, somos lo que continuamente estamos en nuestro mundo paralelo, pensando en muchas ocasiones en esas cosas que para nosotros son “lo más importante de las cosas menos importantes”.
Creo sinceramente que esto del baloncesto y del entrenamiento es una especie de droga, de opio, que cuando tienes problemas, hace que duermas profundamente dentro de su mundo.
Es tan efectivo que cuando todo te va bien y las cosas deportivas no te salen como te lo esperas, te amarga en cierta medida esa sensación de bienestar.
Esta es la sensación que siento yo como entrenador, he imagino que muchos más, durante todo el año. Cuando digo todo el año me refiero no solo al periodo competitivo, me refiero a ese año de septiembre a septiembre del año siguiente, en el que cuando acaba un periodo, comienza otro de planificación del siguiente, comienza la asistencia a campus, preparación de escuelas de verano y miles de actividades que envuelven la vida del entrenador.
Pero quiero centrarme sobre todo en el día pre partido y el día de partido
Está claro que los entrenadores estamos pensando en un partido semanas antes o incluso meses desde el conocimiento de la fecha del mismo, pero el día pre- partido es especial.
Es ese día en el que te sientas y piensas si lo que has planificado durante toda la semana es lo correcto. Te asaltan las dudas, los miedos de si es lo correcto o no, como se encuentra el equipo físico- psíquicamente, como llegará el equipo contrario al partido, resultados anteriores y un sinfín de etcéteras.
Te sientas pensando en el partido, cenas pensando en el partido y hablas con tus amigos, familiares, pareja…pensando cómo no en el partido.
No quieres dejar nada al azar, quieres tenerlo todo bajo un control que pocas veces se corresponde con la realidad.
Te acuestas y empiezas a imaginar cómo sería el partido en condiciones normales. Que risa, condiciones normales, las que nosotros quisiéramos que fuesen y luego no son, aquellas que por desgracia luego no se corresponde con la realidad.
Te imaginas ese último tiro sobre la bocina para ganar el partido, esa celebración histórica porque sabes que has conseguido algo más que una victoria, te imaginas a tus jugadores aupándote al finalizar el partido como muestra de agradecimiento a toda una temporada…si eso mismo…muchas veces son utopías, otras muchas, verdad.
Benditas noches de sueños que se hacen interminables a veces, y muy pasajeras otras tantas. Noches que no puedes dormir ya que tienes más pesadillas que sueños, nervios más que confianza.
Y llega ese “desayuno”. Desayuno por decirle algo. No te entra nada. Se llaman nervios. Se llama querer hacer lo que la noche de antes soñaste. Si el partido es a las 9:30 de la mañana eres un poco privilegiado, puesto que luego tienes la mañana libre para estudiar (en mi caso y si has ganado). Si pierdes ya dejas tus “quehaceres” para la tarde si eso.
Si el partido es a las 12 de la mañana la historia es la misma, pero a la inversa. “Desayunas”, y te sientas delante de los apuntes a, por supuesto, estudiar, como no.
Donde pone “tipos” te vas directamente a tipos de defensa, donde pone “capacidades” te vas a como romper la defensa, donde pone “emoción” te vas a la charla pre-partido. Te lo dice un opositor de educación física.
La hora de antes de la hora que citas a los jugadores, bendito trabalenguas. Coges tu mochila, maletín, macuto o simplemente pizarra y te sientas a pensar la primera posesión del partido. La dibujas, te metes dentro de la pizarra, la ves en 3D, lo sientes, estas ya muy metido en el partido.
Dibujas la primera defensa del partido. Juegas en casa. Afición gritando “Defensa” y tu banquillo voceando como si fuera la final de la NBA. Eso es el ambiente que me enciende. Lo quiero en mi equipo de provincial, no me hace falta la ACB.
Terminas y preparas todo tu material. Te aseguras que el video de scouting o el video motivacional funcione. Que el portátil funcione (menos el mío que es especial) y te montas en el coche.
Que viajes más largos. Los de 10 minutos son 30. Los de 1 hora se vuelven interminables. Te conviertes en el niño impertinente del anuncio preguntando ¿falta mucho?.
Últimos retoques y revisiones. Ya crees que no te falta nada por controlar. Pero tu mente se inventa un pequeño detalle más. Puede que no tenga importancia o puede que te dé el partido, no lo sé, solo sé que en ese momento no sé nada.
Empiezan la mezcla de emociones, miedo, confianza, nervios, impulsividad. Empiezan las preguntas. ¿Cómo estará hoy “Pablo” mentalmente? ¿Habrá venido “Paco” del equipo contrario? Y miles de preguntas que te nublan.
Cuarenta y cinco antes del partido. Entras al vestuario. Los jugadores están cambiándose. Algunos se atan las zapatillas con tal minuciosidad, que parece que se trata de una obra de arte. El arte del partido.
Todos los detalles cuentan. Desde zapatillas, hasta llevar los calcetines que hace un año te dieron la victoria en un campo difícil, el pantalón ajustártelo a la cintura, el calentador para…bueno para tener una imagen de jugador de la NBA sin saber en muchos casos que función tiene.
Empieza el entrenador a hablar. Todo el discurso que se había preparado, pasa a ser improvisado total. Nace desde el corazón y no desde la razón. Es mucho más efectivo.
Miro las caras de los jugadores, algunos con miedo, otros deseosos de salir a jugar, otros con ganas de tener una nueva oportunidad. Todos en el mismo mundo pero en el suyo propio.
Llega el calentamiento, voces, balones botando, redes sonando “CHOF” y gradas apunto de llenarse. Llenarse de ilusión, la gente falta.
Esa afición, que son los padres de los jugadores o incluso los míos propios. Por esos hay que luchar muchas veces. Están poniendo algo más que tiempo. Ilusión se llama.
Llegan los equipos del club. Los pequeños. Si juegas en el equipo Senior es como si fueses Stephen Curry. Todos gritan a los jugadores.
Si juegan con los pequeños. Benditos pequeños. Que caras y que ilusión tienen de hacerlo lo mejor posible. Y se encuentran conmigo echándoles la bronca. Muy mío.
Comienza el partido y… Bueno ahora empieza la realidad. Todo lo de antes era utopía, también llamado sueño. Pocas veces sale el plan de partido al dedillo. Quien los tenga y crea que es importante, allá cada loco.
Mi partido. Mi mundo. Me convierto en Sergio Badillo, otra persona diferente al de la calle. Me pongo en modo entrenador. Da igual si infantil o Senior. Soy entrenador ahora. Vaivenes de emociones, gestos, protestas, alegrías, enfados…si ese soy yo, Sergio Badillo, el entrenador.
Pides tiempos muertos, diseñas jugadas estratosféricas ya que el mago Popovic con sus Spurs hace la jugada para ganar el partido con una cremallera para el base, que recibe un bloqueo directo después de una situación de “flex”. No llegan ni a la cremallera. Te frustras y cambias el modo entrenador al modo “furia”. La perdición, y yo en ese sentido estoy muchas veces perdido.
El descanso. Me río de la palabra descanso. Nadie descansa. Los jugadores no son tontos, están continuamente analizando las situaciones. Los entrenadores tenemos que resumir la información que hemos conseguido en 20 minutos, resumirla en 2-3 min para que luego tengan tiempo de calentar. No existen los descansos, estamos procesando y analizando la información.
Grito de guerra y a jugar. Otro partido. Otro mundo. Empiezan por lo general al contrario de lo que se ha propuesto en el vestuario. Bendita psicología.
Intentamos reconducir la situación y muchas veces estamos al borde del abismo y terminamos cayéndonos. Nos toca levantarnos.
Termina el partido. Si ganas tienes euforia durante días. En mi caso durante horas ya que siempre encuentro un pero. Si pierdes…bueno esto es caso aparte.
Te llevas el partido a casa. No sabes cómo ha pasado. Empiezas a sacar fallos. Sobre todo de los demás. Una de las cosas buenas que tengo que me autoanalizo y me autocritico yo. Tonto de mí.
Te acuestas. No te duermes, solo te acuestas. Piensas en todo una vez más y preparas lo que vas a hacer al día siguiente. El chip de partido es muy pesado, tanto que no lo acabas apagando nunca.
Benditos entrenamientos, benditos partidos, benditas competiciones sanas y bendit@s esos jugadores/as que se van a sentir identificados con estas palabras.
No os preocupéis, para nosotros es un día cualquiera. 
Sergio Badillo Linares (Entrenador en Unión Baloncesto Bailén y CAB Linares)

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